Diario de Otra Adolescente Cristiana-
Yendo a la Escuela Capítulo 2
Poco tiempo después de hacer esta
oración, me dormí y al otro día desperté como si nada hubiera sucedido. Yo
necesitaba ir a a la escuela y en medio de los amigos todo el mundo es feliz,
nadie revela el vacío que tiene por dentro, ni tampoco el miedo de ir para el
infierno, lejos de papá y mamá todo el mundo es adulto y dueño de su nariz.
Hubo veces que yo fui a la iglesia
con la misma ropa con la que había dormido, solo para poder despertar minutitos
más tarde, pero a la hora de ir al colegio, era así:
-Esa blusa
no! Es ropa de niñita…esa? No, esta? Tampoco
Hummm, esta sí voy a usar esta ropa de mi hermana mayor, todos se van a fijar
en mí.
Yo tenía un grupito de amigas, no éramos los más
desaplicados, en verdad éramos muy
estudiosos, a veces ellas se ponían a hablar mal
de la Universal, entonces yo perdía mi tiempo tratando defender a la iglesia al
obispo, pero lo principal que era dar mi buen testimonio? Eso yo no
lo hacía.
Tenía también una amiga muy
especial, éramos amigas desde la primaria, ella desconfiaba que a mí me gustaba
un muchachito nuevo que había llegado al colegio, ella siempre me interrogaba
sobre eso y yo se lo negaba porque me ponía a pensar:
-A mí ya me gustó alguien
anteriormente y hasta estuvimos juntos pero no resultó bien, si llego a fijarme
en alguien ahora otra vez voy a fracasar. Es mejor darle oídos a mamá y esperar
a estar más mayor.
Un bello día, la muchacha estaba super irritante
molestándome, y resolví decirle una palabrota, la peor palabrota que pudiera
decirle, yo la verdad hacía de todo por un poco de popularidad, quería llamar
la atención, y si en realidad lo conseguí todos se detuvieron para verme y me dijeron:
- Usted, está diciendo palabrotas? Melissa me preguntó com aire risueño y
condenador.
- Y que? Les dije yo, ustedes todo el día dicen
palabrotas
- Ah... pero con usted eso como
que no va, no le parece?
Yo fingí no importarme con
aquello, yo estaba muy avergonzada, dentro de mí tenía en realidad envidia de
todos que ni siquiera parecían saber de la existencia de Dios, y que cargaban
su santito en el bolso y listo, hacían lo que querían sin tener peso de consciencia, yo ni me
imaginaba el privilegio que tenía de haber nacido y crecido dentro de la
iglesia.
Será que este alumno nuevo me vio haciendo este
oso?
Continuará...
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