lunes, 7 de julio de 2014

Diario de otra Adolescente

Diario de Otra Adolescente Cristiana- Yendo a la Escuela Capítulo 2
Poco tiempo después de hacer esta oración, me dormí y al otro día desperté como si nada hubiera sucedido. Yo necesitaba ir a a la escuela y en medio de los amigos todo el mundo es feliz, nadie revela el vacío que tiene por dentro, ni tampoco el miedo de ir para el infierno, lejos de papá y mamá todo el mundo es adulto y dueño de su nariz.
Hubo veces que yo fui a la iglesia con la misma ropa con la que había dormido, solo para poder despertar minutitos más tarde, pero a la hora de ir al colegio, era así:
-Esa blusa no! Es ropa de niñita…esa? No, esta? Tampoco Hummm, esta sí voy a usar esta ropa de mi hermana mayor, todos se van a fijar en mí.
Yo tenía un grupito de amigas, no éramos los más desaplicados, en verdad  éramos muy estudiosos, a veces ellas se ponían a hablar mal de la Universal, entonces yo perdía mi tiempo tratando defender a la iglesia al obispo, pero lo principal que era dar mi buen testimonio?  Eso yo no lo hacía.
Tenía también una amiga muy especial, éramos amigas desde la primaria, ella desconfiaba que a mí me gustaba un muchachito nuevo que había llegado al colegio, ella siempre me interrogaba sobre eso y yo se lo negaba porque me ponía a pensar:
-A mí ya me gustó alguien anteriormente y hasta estuvimos juntos pero no resultó bien, si llego a fijarme en alguien ahora otra vez voy a fracasar. Es mejor darle oídos a mamá y esperar a estar más mayor.
Un bello día, la muchacha estaba super irritante molestándome, y resolví decirle una palabrota, la peor palabrota que pudiera decirle, yo la verdad hacía de todo por un poco de popularidad, quería llamar la atención, y si en realidad lo conseguí todos se detuvieron para verme  y me dijeron:
- Usted, está diciendo palabrotas?  Melissa me preguntó com aire risueño y condenador.
 - Y que? Les dije yo, ustedes todo el día dicen palabrotas
- Ah... pero con usted eso como que no va, no le parece?
Yo fingí no importarme con aquello, yo estaba muy avergonzada, dentro de mí tenía en realidad envidia de todos que ni siquiera parecían saber de la existencia de Dios, y que cargaban su santito en el bolso y listo, hacían lo que querían  sin tener peso de consciencia, yo ni me imaginaba el privilegio que tenía de haber nacido y crecido dentro de la iglesia.
Será que este alumno nuevo me vio haciendo este oso?
Continuará...


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