Para comenzar a entender, o llegar a una
aproximación de la noción de
rebeldía, se podría exponer la siguiente idea: rebelde es aquella
persona difícil
de educar, que presenta
comportamientos de ira o protesta frente a algo o alguien.
En los adolescentes, actitudes como: Andar
desarreglado, dejar el cuarto en desorden, no participar de la vida en familia,
querer estar siempre solo, no avisar a dónde va, maquillarse demasiado, llevar
ropa sucia y rota, colgarse del teléfono durante horas, ser irritable y
agresivo, amenazar con irse de la casa, o no hacer planes junto con el resto de
la familia, son algunos de los comportamientos más representativos que
presentan los jóvenes, en su casa o colegio.
Por otra parte se debe saber que tener un hijo
difícil, rebelde, desobediente, a veces violento, que no admite límites, no es
un problema sin solución. Si contesta mal, miente, grita, da portazos, a veces
ha robado, esto no significa que será un ladrón o un violento para siempre.
Pero sí se debe considerar que es un hijo con problemas, que no se siente bien,
que no se siente comprendido, que no se cree valioso y que no puede valorar el
amor de su familia .
Con frecuencia se supone que se hace lo mejor
y no siempre es así. Los padres y docentes se esfuerzan pero consultan a
especialistas cuando el problema ya es grave y cuando comienza insisten en
métodos sin resultado: gritan, golpean y cada vez las cosas se ponen peor.
Pero ¿por qué nos desobedecen? ¿Por qué es tan
difícil que entiendan lo que es bueno para ellos? ¿Qué podemos hacer para
evitar que hagan lo que quieran y se causen daño?
Es importante escucharlos aunque lo que digan
parezca necio, saber de qué se quejan ayuda a poder cambiar la manera de
manejar la situación. No todos los chicos se rebelan de la misma forma ni se
niegan a obedecer las mismas cosas pero hay que saber qué les molesta y les
duele. Para que aprendan a aceptar un NO se debe saber por qué lo rechaza. La
desobediencia siempre tiene una causa que la justifica, pero de continuar
genera inseguridad y rechazo social.
¿Qué pueden hacer los padres?
Ser buenos modelos. Escucharlos, compartir
tiempo en familia.
Escuchar sus palabras, gestos y actitudes,
esto ayudará a entender su rebeldía.
El chico debe comprender lo que se le pide y
esto no puede superar las posibilidades de nuestro hijo.
No criticarlo constantemente ni burlarse de
él.
Si el chico no hace algo que debe hacer, nadie
lo hará por él.
Comprender que ser firmes no es dejar de ser
razonables y coherentes, por lo tanto no humillarlo o ponerse violentos ni
gritar.
CONSEJO
Criar hijos nunca fue tarea fácil, pero para
hacer y ofrecer lo mejor por ellos, como mínimo, los padres necesitan estar
atentos y conocerlos como nadie. De la preadolescencia en adelante, los hijos
pasan por muchas transformaciones, es una fase de descubrimientos, desafíos y
también muchas exigencias. Es justamente en ese momento que sus hijos
necesitan, aun más, del apoyo incondicional de los padres.
Sin embargo, algunos, frente a las
dificultades encontradas, se terminan frustrando en medio del camino, pero no
es motivo para desesperarse. Es necesario, antes que nada, reevaluar la forma
de cómo han actuado y repensar si están realmente en el camino correcto.
Después de todo, para todo existe una salida,
incluso en ese difícil proceso en el que hay que educar a un niño para la vida
y hacerlo valioso delante de la sociedad y, sobre todo, delante de Dios, quien,
además, lo conoce desde el vientre de su madre.
Con buenos consejos, paciencia, amor y mucha
dedicación es posible ver a su hijo bien encaminado. Y más que eso, compañero y
amigo
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